¡La INN Cultura del Ruido en Medellín un Problema Ambiental que mata la Ciudad!

 

Medellín La Ciudad del Ruido

Por Jairo Valencia

En Medellín, la contaminación por ruido, un grave problema que está matando lenta y ruidosamente.

Además de los ya conocidos episodios de nubes tóxicas que afectan la salud de los medellinenses, existe otro fenómeno que deteriora la salud de la población; un enemigo que persiste todo el tiempo y que reduce exponencialmente la calidad de vida en esta ciudad.


Las urbes, consideradas focos de desarrollo social, crecimiento económico y fortalecimiento cultural, históricamente ostentan  la visión de la planificación y del orden, independiente de cualquier clasificación en la que se puedan asignar.  

Sin embargo, la evidente y acumulada falta de planeación en algunas ciudades y municipios, hace que las condiciones sociales y los comportamientos culturales sean arbitrarios y en algunas ocasiones infames.

Conceptos tan puntuales como la salubridad publica, la seguridad ambiental, que en principio debería garantizar las condiciones mínimas de calidad de vida de los habitantes en las urbes, parecen chocar y estar en permanente conflicto con la convivencia, además de ser fraccionadas políticamente,  lo cual se percibe a simple oído.  

Podemos  decir que el ejercicio administrativo de una ciudad, implica la articulación, sintonía y determinación para hacer cumplir un sinnúmero de normas diseñadas para la convivencia armónica de la población que habita un territorio en común y en condiciones de igualdad, cosa que desafortunada va en detrimento o perdida constante de la figura de autoridad.

Cualquier gobernante desearía suplir todas las dificultades relacionadas con el malestar que generan las situaciones que van en detrimento de la salud pública y ambiental, como lo es el problema del ruido; pero por alguna razón, este fenómeno, al parecer trasciende cualquier posibilidad de la voluntad.

“El ruido es un problema global, con múltiples posibles consecuencias en la población y vínculos con otros agentes contaminantes urbanos, para el que se aconseja una gestión integral inspirada en principios de sostenibilidad.” U. San Buenaventura/ Área Metropolitana/2019/Plan de acción para la prevención y control de la contaminación por ruido del Valle de Aburrá/.


El fenómeno del ruido, ese malestar ambiental, es un asesino silencioso que transforma el entorno y el panorama cultural en muchos lugares, incluida nuestra ciudad. Para entender la situación y el fenómeno, hay que entender que es “El Ruido”, describirlo, evidenciarlo, denunciarlo desde la incómoda, soterrada y angustiante realidad que viven muchas personas, sino la mayoría de la población en esta capital.

Si bien el sonido es un fenómeno físico, que involucra la propagación de ondas mecánicas a través de un medio que está generando el movimiento vibratorio de un cuerpo, esa sensación que se produce en nuestro oído en forma de onda sonora, puede afectar negativamente en nuestra salud física, y emocional de muchas maneras.

De acuerdo a como se presenten y administren propiedades del sonido como: la altura, el tono, la frecuencia, etc, el sonido puede convertirse en ruido y en definitiva, afectar la salud de las personas.


El ruido es un sonido molesto, que principalmente se genera por las actividades humanas, y que provoca efectos negativos sobre la salud y el bienestar de la persona y de la población en general. 

Como contaminante, se dice que es difícil de medir y cuantificar, que tiene un radio de acción menor respecto a otros contaminantes pero que siempre es localizado desde una fuente que lo produce, no deja residuos, por lo que se apaga la fuente que lo produce y se acaba el ruido, por otro lado, es barato de producir y necesita muy poca energía para hacerlo. 

El ruido es generado por diferentes fuentes, desde el tráfico vehicular, actividades industriales, actividades de ocio y las construcciones, que la mayoría de las veces no tienen un control estricto y efectivo por parte de las autoridades ambientales para garantizar un mínimo aceptable de condiciones como lo evidencian los casos de quejas por ruido  (alto volumen de la música en bares y discotecas y vecinos ruidosos) y si bien existen los instrumentos tanto tecnológicos como jurídicos para medir y controlar estos excesos, no se evidencia una voluntad política efectiva articulada para el manejo y control de este fenómeno degradador.

El ruido como resultado directo de las actividades humanas, tiene considerables  efectos e impactos negativos en la salud de las personas.  Genera consecuencias negativas psicológicas, molestias e irritabilidad, alteraciones del sueño, estrés, problemas cognitivos, falta de atención e interferencia en la comunicación.  

Pero también, puede generar efectos fisiológicos considerables, como enfermedades cardiovasculares, pérdida de la capacidad auditiva, alteraciones en el sistema digestivo y en el sistema reproductor.

Todos estos efectos negativos en la salud de las personas, dependen de los factores que se asocian directamente con las fuentes de generación y en relación directa y proporcional con la condición física y humana, esto es que estos efectos dependen de:

  • El nivel de presión sonora; (dBA), que tan fuerte es percibido el sonido. No todos los organismos lo perciben de igual forma, existen algunos más sensibles que otros.
  • Frecuencia; qué tan agudo o grave es un sonido.
  • Tiempo de exposición; momento o actividad en la cual se escucha el ruido y por cuánto tiempo se prolonga ese ruido.

En este punto, es cuando debemos mirar detenidamente, y analizar el problema ambiental causado específicamente por bares, discotecas y algunos otros negocios comerciales, en sectores que por tradición, han sido residenciales, pero que por alguna razón se han diversificado en comerciales, lo cual no implica que se deba sobrepasar los niveles de ruido y que debería ser igualmente estricta la norma y las exigencias en cuanto a las garantías de insonorización de estos espacios, garantizando no salga el ruido al exterior de estos lugares.

La absurda creencia de propietarios de locales comerciales que reproducen la música a alto volumen, va en contravía de la normatividad y de la razón de sana convivencia en los espacios públicos que habitan, estos, deben garantizar que la música que reproducen en sus locales no se escuche en los espacios públicos, ni interfiera con las actividades de sus vecinos.  

Continuando con el tema, debemos ser conscientes de que todos somos fuentes generadoras de ruido, por lo tanto, debemos tomar y diseñar acciones para no aportar más ruido a nuestro medio ambiente, y así garantizar una convivencia armoniosa y saludable, para lo que se propone tener en cuenta lo siguiente:

Evitar usar  el pito o claxon del vehículo de manera innecesaria como por ejemplo, para saludar a un amigo, demostrar enojo, anunciar la llegada a un sitio, avisar del cambio del semáforo. 

Mantener en buen estado el vehículo, con ello se evitará ruidos y vibraciones no deseadas, evite acelerar y frenar bruscamente en los semáforos, la conducción eficiente no sólo reduce el consumo de combustible, sino que evita situaciones en las que el ruido producido por el motor y los neumáticos se incremente.

No retirar los silenciadores de los exostos de los vehículos, busca una forma más silenciosa de llamar la atención, hablar con un volumen de voz moderado, no es necesario hablar en voz alta ni gritar.

Desplazarnos siempre que podamos a pie, en bicicleta o en transporte público colectivo: generan menos ruido global. Por favor no use herramientas ruidosas en horarios nocturnos. Si tiene electrodomésticos, como aspiradoras o batidoras que sean muy ruidosas, úselos durante el día y evite hacerlo en horarios de descanso. 

Antes de elevar el volumen, piense si es necesario o si puede ser molesto para usted o para otra persona, especialmente en la noche, se recomienda el uso de audífonos. /Área Metropolitana del Valle de Aburrá/Web/

Estas son algunas de las dificultades de base con las que nos enfrentamos culturalmente y con las que se vulnera la salud pública en la ciudad de Medellín, dado que a pesar de estar identificado científicamente el fenómeno y existir cierta legislación como un factor de control a las fuentes de ruido, no parece existir voluntad política para actuar efectivamente en el control, mediante los organismos de autoridad con que cuenta la administración y la ciudadanía.

Pero ahora veamos  otras consideraciones para que entendamos la magnitud del problema de salud pública al que se enfrenta una ciudad.


Si bien hemos manifestado cierta displicencia en el control efectivo por la afectación ambiental de la problemática del ruido en nuestra ciudad, observamos con esperanza, un pacto político que involucra a diferentes organismos institucionales y que se cristaliza en un acuerdo metropolitano que proyecta atención a corto, mediano y largo plazo de esta problemática, denominado Acuerdo Metropolitano 24 de 2019.

Sentimos que debemos ser críticos respecto a las disposiciones emanadas en el acuerdo metropolitano,  que enarbola cada dependencia  para el manejo de esta problemática que es cuestión de salud pública, en su respectiva jurisdicción, en tanto lo expuesto a simple vista, no describe a profundidad el problema de base que tiene y se avecina en esa misma proyección 2019-2030 con la generación de ruido en la ciudad y toda el área metropolitana.  

El acuerdo como tal, es loable, necesario y admirable en la participación de todos los actores, pero lo que evidencia, es un tímido manejo en cuanto a las proyecciones, puesto que es ridículo pensar en un mapa de ruido cada 4 años,  proyecciones tan bajas denotan a pesar de la articulación, un bajo compromiso por parte de las autoridades de gobierno en el manejo de la problemática, por lo que esperaríamos una participación más activa y decidida por parte de esta administración en relación con su programa de gobierno, que se ajusta a temas específicos, inclusive de varios de sus lineamientos, eco-ciudad y valle del software, dado que lo primero implica atención por parte de lo segundo en el control adecuado e inteligente de la problemática.

Los ciudadanos se preguntan, ¿por qué no hay una articulación efectiva, por parte de algunas secretarías de la administración pública en la atención integral de la problemática? se sabe que hay cientos de quejas a diario por ruido y alto volumen en sector industrial y comercial e incluso residencial, pero 


¿Qué pasa con la normativa para los controles de insonorización y tratamiento acústico de estos sectores?

La Policía Nacional, atiende muchas, sino la mayoría de estas quejas de los ciudadanos y ha implementado a través de su código de policía mecanismos para hacer efectiva sanciones casi inmediatas para estas afectaciones, pero da la impresión que los han dejado solos en el asunto, cuando las regulaciones a bares,  locales comerciales y zonas residenciales para que controlen sus emisiones de ruido por alto volumen que se convierten en rumbas desmedidas hasta altas horas de la madrugada en muchos sectores.

Aportamos una serie de artículos periodísticos sobre el tema, tratados por otros medios de comunicación y por varios años, con el ánimo de poner en evidencia que la problemática es no es solo de ahora, es latente, y los llamados de atención y el clamor por parte de las comunidades afectadas para que se atienda efectivamente esta problemática, apenas empieza a tornarse clara las consecuencias en la salud y la calidad ambiental de la ciudad .