Por María Paola Zuluaga Buriticá
Al atravesar un garaje gris y llegar a un cuartico oscuro que parece conducirlo a uno al inframundo, es difícil imaginar que, en vez de eso, llegará a un lugar tan magnífico como el teatro de la Escuela Mayor de Tango, hoy llamada Corporación Teatro Colonial de Robledo.
Entrar a este singular teatro da la sensación de haber descubierto un lugar secreto.
Está ubicado sobre la carrera 80 en el barrio La Pilarica y fue la última obra civil de su fundador, José Gabriel Álvarez, quien se considera un embrujado por la magia tanguera.
Además de ser apasionado por el orden, la disciplina y la elegancia, es amante de la pintura, la música, la literatura y la escritura, todo en relación con la melodía de los arrabales.
“Yo dedicó al tango mis días –dice él-, de lunes a lunes, los 365 días del año.”
Antes de ser el dueño, fundador y director de este teatro se dedicaba a la Ingeniería Civil; pero la pasión por el arte era una herencia de sangre, y fue mucho más fuerte que su interés por las ciencias aplicadas.
Su padre había sido luthier, construía y reparaba instrumentos de cuerda.
Por eso no fue raro que mientras ejercía como ingeniero, a José Gabriel le diera por comenzar un acercamiento académico a la danza y sumergirse durante años en un estudio sobre el movimiento del cuerpo humano, concretamente sobre la danza.
Además de lecturas, el acercamiento consistía en visitar los bares de tango de la ciudad para observar y analizar el movimiento de los cuerpos que, como reza el la canción, se baila “mezclando el aliento, cerrando los ojos pa’ escuchar mejor cómo los violines le cuentan a los fueyes por qué desde esa noche Malena no cantó…”
Ya iban varios años de afiebramiento tanguero cuando una noche, mientras celebraba la llegada del año 2000 con unos amigos, se habló sobre la necesidad de un espacio en la ciudad donde “el tango se viviera de una manera cultural, artística y académica, y no sólo como una cuestión de tragos”.
El 2 de enero, haciendo uso de su disciplina y medición exacta del tiempo, estaba comprando los materiales para lo que sería su última obra civil.
Ese mismo día fue a ver el terreno, del que era propietario un amigo suyo, donde construiría el lugar de sus sueños.
El espacio donde ahora es el teatro, antes era taller y lavadero de carros.
A pesar de que el terreno estaba en una pendiente de mucha profundidad, José Gabriel lo vio y pensó “esto es lo que yo necesito”, pues siempre lo había imaginado como un lugar con palcos, donde se pudiera observar con claridad el escenario desde cualquier ubicación.
La mayor parte de las decoraciones del lugar fueron recuperadas de las casonas antiguas de Robledo.
El piso, el techo, los instrumentos musicales, las ventanas, rejas, lámparas, escaparates, puertas, todo iba teniendo su acogida allí.
Porque la idea también era recuperar el patrimonio arquitectónico del sector, que se estaba perdiendo por la construcción de modernas urbanizaciones.
El lugar es una gran obra arquitectónica lograda en un mínimo espacio, cuyo diseño hace que se vea grande y que tenga similitudes con los mejores teatros europeos, con palcos, grandes lámparas que cuelgan de un techo alto y un bondadoso escenario.
Las paredes están decoradas con pinturas hechas por José Gabriel, todas en honor al tango.
Lo curioso es que pocos medellinenses conocen este lugar, incluyendo algunos amantes del género.
Es más, muchos vecinos ni siquiera saben que cerca de sus casas se puede aprender a bailar tango.
José Gabriel dice no haberse preocupado nunca por eso, de hecho la fachada estuvo muchos años sin aviso. “Nunca pensé en hacerme famoso por esto -según él- siempre lo pensé como una pasión. No lo creé para ser un lugar masivo, sino para trabajar por el tango así fuera con un bajo perfil”.
Ahora la pretensión es abrirse un poco más al público de todas las edades, en especial habitantes de la Comuna 7.
Por eso, a partir de junio de 2013 pasó a llamarse Corporación Teatro Colonial de Robledo José de los Santos Álvarez, un espacio que ofrecerá otras disciplinas artísticas como teatro, poesía, literatura y artes plásticas.
¡Qué saben los pitucos, lamidos y shushetas!
¡Qué saben lo que es tango, qué saben de compás!
Aquí está la elegancia. ¡Qué pinta! ¡Qué silueta!
¡Qué porte! ¡Qué arrogancia!
¡Qué clase pa' bailar!