Foto: Fracción Parque de Robledo,1960. |
Relatos de Barrio. ¡Serie Historiográfica!
Fragmento de la Cartografía de mi ser…
Por: Jairo Valencia
Provengo de una familia de esas tradicionales campesinas, numerosas y disfuncionales, que migró a la ciudad por allá en los 60's, con el deseo de mejorar sus condiciones culturales y sociales, porque en cuanto a condiciones económicas, al parecer ya la tenían relativamente resuelta, al menos en su lugar de origen; en dicho sentido me refiero a las condiciones culturales y sociales, en tanto a la búsqueda de educación media vocacional, superior y profesional para los hijos mayores, quienes en ese momento hacían ya parte de la familia.
La movilidad social entonces, se debió en gran parte también, a la búsqueda de oportunidades de formación académica con las cuales no se contaban para los jóvenes pobladores del campo en esa época a la vuelta de la esquina, además, de actividades culturales que tampoco se daban con facilidad en estos entornos.
Mi familia para entonces, era un grupo constituido por ocho personas, incluyendo padre y madre y luego, años más tarde, nos sumamos dos hijos más quienes naceríamos ya en la ciudad.
Puede sonar paradójico, pero en el anterior párrafo menciono un aspecto que, bajo la actual dinámica de movilidad y asentamiento poblacional, el factor económico, sigue siendo una de las principales variables que ha afectado la problemática de este fenómeno en las ciudades y lugares que reciben personas en condición de migrantes.
Al contrario del imaginario colectivo en esta pequeña porción de comunidad, refiriéndome a la cuadra del barrio Robledo a donde llegó mi familia con todos sus corotos, además de otros grupos familiares provenientes también de la misma región y que según mi inventario cuenta con 5 familias más, y que aún en la actualidad colindan, y que fueron beneficiadas con una época de buen repunte económico en términos generales.
Por ejemplo, mi familia, gozaba de la bonanza cafetera de los inicios de los años 50, todo bajo un esquema de trabajo cooperativo impulsado por el Comité Departamental de Cafeteros, entidad que encontró eco en un grupo de caficultores que le apostaron al programa de reconversión del café y entre ellos mi padre, quien como cabeza del grupo, lideró como enlace ante el Comité departamental en esta región, la iniciativa de siembra nuevos cafetales y sistemas de beneficio, que le daría mejores resultados a la industria cafetera en el occidente antioqueño a la cual pertenecían, y que para aquella época, en esta afortunada empresa que posteriormente llevó a muchos de ellos a visualizar nuevos horizontes entre el que estaba, migrar a la gran ciudad.
Nos asentamos entonces en el corazón de Robledo, que, para aquella época, se podía decir era de estrato o de modo, cuando nos referimos a la capacidad económica de sus habitantes; y como todos saben, el barrio se encuentra en la vía que comunica la ciudad con el occidente departamento y hacia la vía al mar, y por razón natural del territorio, es tradición ancestral que se constituya como paso obligatorio de colonos y comerciantes provenientes del occidente de la región y viceversa.
Situación que unos años más tarde, permitiera el asentamiento de personas, familias enteras y alguna porción del sector comercial e industrial que buscaba esta facilidad, del mismo modo que muchos de los barrios de la ciudad, convergimos un grupo de familias de la misma zona de la que migramos, lo cual sirvió de apoyo mutuo para poder en primer lugar, instalarse en el nuevo territorio y luego proyectar sus sueños.
Efectivamente nos apropiamos de los elementos culturales que nos ofrecía una ciudad en continuo desarrollo, y se generaron lazos de empatía con nuestros vecinos, a la vez que se configuraba una nueva familia, pero ya de nuevos vecinos y nuevos amigos.
No obstante, quiero recalcar algo muy significativo en la existencia de esta historia, y es el hecho que mencionaba, acerca del apoyo que surge de la amistad y del compañerismo de vecinos que llegan juntos a un nuevo territorio. Estas cinco familias que mencionaba, sus líderes y timoneles, fueron grandes amigos, los hermanos que se apostaron un futuro en el apoyo, la nobleza, el compañerismo solidario y desinteresado.
En el sector ya existían sitios significativos para la memoria colectiva de la comunidad y de la ciudad, sitios construidos por privados u organizaciones religiosas entre otras, que se han ido reconfigurando con el paso de los años en un patrimonio ya sea cultural o arquitectónico según sus características.
En el primer caso, me referiré a uno en especial que tiene significado arraigado a la tradición cultural de la ciudad y de la región, en tanto se constituyó de acuerdo con mi relato, a uno de esos espacios que brindaba años atrás, algún servicio a las personas que en el camino de sus correrías y de la movilidad, la oportunidad de tomar un descanso, un refresco y hasta un baño para luego continuar en las diligencias.